martes, 2 de noviembre de 2010

A mi madre que se fue para enseñarme a crecer


Sólo tú sabes como hacerme feliz en mis noches más tenebrosas con una palabra. No puedo ponerle precio a tu amor porque sé que es infinito y aún con los contrastes has sabido dármelo. Te he odiado cuando me juzgas y me comparas con la peor basura del planeta, pero mi rencor y furia se disuelven cuando llegas a sanar mis heridas.

No he sido como has querido, te he llevado miles de veces la contraria, hemos peleado en los tribunales del hogar en cientos de casos, unas veces tú ganas y otras yo no dejo que tu voz me silencie el alma. Nuestras diferencias se juntan cuando tus lágrimas y las mías se unen en un mar de llanto. Casi no te he visto llorar, pero lo has hecho por mí. Yo he dañado tu corazón aún sin pensar que cuando lo hago también rompo el mío.

En instantes he cuestionado mi existencia no sé por qué Dios me dio el privilegio de vivir aún cuando no lo pedí. Hay quienes desearían tener mi vida, pero en momentos yo también he renegado de la mía. El destino nos obligó a permanecer juntas hasta el final.

Llevo dos años escribiendo este post y todavía no la termino. Anoche cuando no me encontrabas y llorabas por mi ausencia, solo miré al cielo y pedí perdón por el daño que te hice de estos hace dos meses.

Hoy mamá ya no te tengo. Te fuiste una madrugada de octubre y me dijiste que rezara. Como cambiaría todo por tenerte a mi lado. Me siento nada sin ti. Mi vida no es la misma. Sólo tú y yo sabíamos cuánto nos amábamos y en algunos momentos odiábamos, pero que sería de mí sino hubiera tenido todo esto.

Tus almohadas aún guardan tu aroma, yo me aferro a ellas como si fuera una bebé. Tú cuerpo ya no está aquí, pero tú sigues conmigo en cada momento. No puedo guardar tus recuerdos que son más fuertes que las críticas. Mamá creo que te fuiste porque querías enseñarme a aprender a vivir sin ti. No es fácil y aunque muchas veces me he sentido sola, todavía mi producción de lágrimas es limitada.

Me refugio en la oración, no cuestiono a Dios sólo a mí misma por no haberte dedicado el tiempo que te merecías. Creo que ahora veo las cosas con otro panorama. No me dejes de guiar, iluminarme con tus consejos que yo estaré siempre contigo.

Tú viviste tu vida como quisiste nadie te impidió ser quien eras. Eso lo admiro ya que tus enseñanzas las llevo conmigo. Gracias mamá por darme la oportunidad de vivir en estos 27 años junto a ti.